lunes, 31 de marzo de 2014

REACCIONES NORMALES EN EL DUELO NO COMPLICADO

REACCIONES NORMALES EN EL DUELO NO COMPLICADO

J. William Worden




El duelo normal o duelo no complicado abarca un amplio rango de sentimientos y conductas que son normales después de una pérdida.

Las características sintomáticas del duelo normal o agudo son:

·         Algún tipo de malestar somático o corporal
·         Preocupación por la imagen del fallecido
·         Culpa relacionada con el fallecido o con las circunstancias de la muerte
·         Reacciones hostiles
·         Incapacidad para funcionar como lo hacía antes de la pérdida
·         Parecen desarrollar rasgos del fallecido en su propia conducta

Debido a que la lista de comportamientos normales en un duelo es tan extensa y variada, estas conductas se pueden describir divididas en cuatro categorías generales: sentimientos,  sensaciones físicas, cogniciones y conductas.


MANIFESTACIONES DEL DUELO NORMAL


EMOCIONES Y SENTIMIENTOS

Tristeza. Es el sentimiento más común, en las personas en duelo. A menudo a través de la conducta de llorar.

Enfado. Puede ser uno de los sentimientos más desconcertantes para el superviviente, está en la base de muchos de los problemas del proceso de duelo. El enfado proviene de dos fuentes:

  • Una sensación de frustración ante el hecho de que no había nada que se pudiera hacer para evitar la muerte

  • Una especie de experiencia regresiva que se produce después de la pérdida de alguien cercano.

En la pérdida de cualquier persona importante hay una tendencia a la regresión, a sentirse desamparado, incapaz de existir sin esa persona y luego a experimentar enfado y ansiedad. El enfado que experimenta la persona en duelo se ha de identificar y dirigir apropiadamente hacia el fallecido para que lleve a una conclusión sana. Muchas veces se controla de formas menos eficaces, una de las cuales es el desplazamiento, o sea dirigirlo hacia otra persona y culparla de la muerte. La gente culpa al médico, al director de la funeraria, a los miembros de la familia, a un amigo insensible y a Dios.

Una de las desadaptaciones más peligrosas del enfado es la postura de dirigirlo hacia adentro, hacia el sí mismo.

Culpa y autorreproche. Culpa por no haber sido suficientemente amable, por no haber llevado a la persona al hospital antes, y cosas por el estilo. Normalmente la culpa se manifiesta respecto a algo que se ocurrió o algo que se descuidó alrededor del momento de la muerte. La mayoría de las veces la culpa es irracional y se mitigará a través de la confrontación con la realidad.

Ansiedad. Puede oscilar desde una ligera sensación de inseguridad a fuertes ataques de pánico y cuanto más intensa y persistente sea la ansiedad más sugiere una reacción de duelo patológica. Proviene normalmente de dos fuentes:

  • Los supervivientes temen que no podrán cuidar de mismos solos.
  • La ansiedad se relaciona con una conciencia más intensa de la sensación de muerte personal.
Soledad. Particularmente los que han perdido al cónyuge y que soan tener una estrecha relación en el día a día.

Fatiga. A veces se puede experimentar como apatía o indiferencia.

Impotencia. Se presenta a menudo en las primeras fases de la pérdida. Las viudas en particular se sienten muchas veces extremadamente impotentes.

Shock. Muy a menudo en el caso de las muertes repentinas. Pero a veces, incluso cuando la muerte es esperada, cuando se produce a consecuencia de una enfermedad progresiva y deteriorante al recibir la llamada telefónica, el superviviente experimenta el shock.

Anhelo. Particularmente entre las viudas.

Emancipación. Puede ser un sentimiento positivo.

Alivio. Sobre todo si ese ser sufrió una enfermedad larga o particularmente dolorosa. Sin embargo, normalmente a esta sensación de alivio le acompaña una sensación de culpa.

Insensibilidad. Ausencia de sentimientos. Probablemente ocurre porque hay demasiados sentimientos que afrontar y permitir que se hagan todos conscientes sería muy desbordante; así la persona experimenta la insensibilidad como una protección de su flujo de sentimientos.


SENSACIONES FÍSICAS

Estas sensaciones muchas veces se pasan por alto, pero juegan un papel importante en el proceso del duelo.

A veces estas sensaciones físicas preocupan a los supervivientes y van al médico a que les haga un chequeo.

Algunos de los síntomas que se presentan son:

·         Vació en el estómago
·         Opresión en el pecho
·         Opresión en la garganta
·         Hipersensibilidad al ruido
·         Sensación de despersonalización: “camino calle abajo y nada parece real, ni siquiera yo”
·         Falta de aire
·         Debilidad muscular
·         Falta de energía
·         Sequedad de boca


COGNICIONES

Ciertos pensamientos son normales en las primeras fases del duelo y generalmente desaparecen después de un breve espacio de tiempo. Pero a veces los pensamientos persisten y desencadenan sentimientos que pueden producir una depresión o problemas de ansiedad.

Incredulidad. Suele ser el primer pensamiento que se tiene cuando se conoce una muerte, especialmente la muerte súbita.

Confusión. Parece que no pueden ordenar sus pensamientos, que tienen dificultad para concentrarse o que olvidan las cosas.

Preocupación. Se trata de una obsesión con pensamientos sobre el fallecido. A menudo incluyen pensamientos obsesivos sobre cómo recuperar a la persona perdida. A veces la preocupación toma la forma de pensamientos intrusivos o imágenes del fallecido sufriendo o muriendo.

Sentido de presencia. Es el equivalente cognitivo de la experiencia de anhelo. La persona en duelo puede pensar que el fallecido aún está de alguna manera en la dimensión de espacio y tiempo de los vivos.

Alucinaciones. Tanto visuales como auditivas. Suelen ser experiencias ilusorias pasajeras y generalmente no presagian una experiencia de duelo más difícil o complicado.

Por la mente de las personas en duelo pasan ciertos pensamientos como “no puedo vivir sin ella/él”, “nunca volveré a encontrar amor”. Estos pensamientos  pueden  desencadenar  sentimientos de tristeza y/o ansiedad muy intensos pero normales.



CONDUCTUALES

Trastornos del sueño. Pueden incluir dificultad para dormir y despertar temprano por las mañanas.


En los duelos normales se corrigen solos pero si el trastorno del sueño persiste, puede indicar un tratorno depresivo más serio, que se debería explorar. Los trastornos del sueño pueden simbolizar algunas  veces  miedos,  incluso  miedo  a  soñar,  miedo  a  estar  en  la  cama  solo/a  y  miedo  a  no despertarse.

Trastornos alimentarios. Aunque se pueden manifestar comiendo demasiado o demasiado poco, comer poco es una conducta con más frecuencia.

Conducta distraída. Las personas se pueden encontrar a mismas actuando de manera distraída y haciendo cosas que al final les producen incomodidad o les hacen daño.

Aislamiento social. No es extraño que las personas que han sufrido una pérdida quieran aislarse del resto de la gente. Es normalmente un fenómeno efímero y se corrige solo. El aislamiento social también puede incluir una pérdida de interés por el mundo externo, como leer los periódicos o no mirar la televisión.

Soñar con el fallecido. Tanto sueños normales como sueños angustiosos o pesadillas. Muchas veces dichos sueños sirven a diversos propósitos como dar alguna clave diagnóstica sobre la situación de la persona en el curso de su duelo.

Evitar recordatorios del fallecido. Algunas personas evitarán los lugares o cosas que les provocan sentimientos dolorosos.

Cuando la persona en duelo se libra rápidamente de todas las cosas asociadas con el fallecido, deshaciéndose de ellas o haciéndolas desaparecer de cualquier manera posible, puede derivar en un duelo complicado. Normalmente no es una conducta sana y muchas veces indica una relación muy ambivalente con el fallecido.

Buscar y llamar en voz alta. Está relacionado con esta conducta de búsqueda. No es extraño que alguien pueda llamar en voz alta a la persona querida con un comentario asociado: “larry, larry. Por favor vuelve conmigo”. Cuando no se hace verbalmente se puede hacer de forma subvocal.

Suspirar. Es un correlato cercano a la sensación física de falta de respiración.   

Hiperactividad desasosegada.

Llorar. Ha habido interesantes especulaciones sobre el potencial valor curativo de las lágrimas. El estrés produce un desequilibrio químico en el cuerpo, y algunos investigadores creen que las lágrimas se llevan las sustancias tóxicas y ayudan a restablecer la homeostasis. Hipotetizan que el contenido químico de las lágrimas producido por el estrés emocional es diferente del de las lágrimas secretadas como causa de irritación de los ojos. Se están realizando pruebas para ver qué tipo de catecolaminas (sustancias químicas que alteran el estado de ánimo producidas por el cerebro) están presentes en las lágrimas emocionales. Las lágrimas alivian el estrés emocional, pero mo lo hacen es todavía una incógnita. Es necesaria más investigación sobre los efectos nocivos, si existe alguno, de contener el llanto.

Visitar lugares o llevar consigo objetos que recuerdan al fallecido. Es lo opuesto de la conducta de evitar los recuerdos de la persona. Muchas veces destacar esta conducta refleja el miedo a olvidar al fallecido.

Atesorar objetos que pertenecían al fallecido.

Una misma persona no experimentará todas estas reacciones. Es importante que los asesores que trabajan en duelo entiendan el amplio rango de conductas que abarca el duelo normal y no patologicen aquello que debería ser reconocido como normal. Sin embargo, si estas experiencias persisten durante mucho tiempo en el proceso del duelo pueden ser indicadoras de un duelo más complicado.

Duelo y Depresión

Muchas de las conductas normales en un duelo pueden parecer iguales a las manifestaciones de la depresión.

La depresión o melancolía” es una forma patológica de duelo y es muy parecida al duelo normal pero con ciertos rasgos característicos propios, los impulsos de enfado hacia la persona querida de manera ambivalente se dirigen hacia dentro de uno mismo. (Freud en “Duelo y melancoa”).

Muchas depresiones las producen las pérdidas, ya sea inmediatamente después de las mismas o algún tiempo después cuando el paciente las recuerda. (Klerman). La depresión puede servir también como defensa frente al duelo. Si el enfado se dirige hacia mismo, se desvía del fallecido y esto evita que el superviviente se tenga que enfrentar a los sentimientos ambivalentes hacia el fallecido (Dorpat).

Las principales distinciones entre el duelo y la depresión son éstas: en ambos se pueden encontrar los síntomas clásicos de trastorno del sueño, trastorno del apetito e intensa tristeza. Sin embargo, en el duelo no hay la pérdida de autoestima que se encuentra en la mayoría de las depresiones clínicas. Si los supervivientes del fallecido experimentan culpa, es una culpa asociada a algún aspecto específico de la pérdida más que un sentimiento de culpabilidad general.

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